Llega la ‘penicilina’ de la hepatitis C
Las tasas de curación con lo nuevos cócteles de antivirales superan el 90%
Los médicos esperan tenerlos en un año
El precio elevado es el mayor inconveniente para los tratamientos
Los efectos secundarios de la crisis
EMILIO DE BENITO Madrid 19 FEB 2014 -El Pais
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Ilustración de virus de la hepatitis C. / ECDC |
A partir de este año, cuando se hable de cócteles antivirales ya no habrá que pensar solo en VIH. Otra enfermedad infecciosa, la hepatitis C, se acerca a “una revolución como la de la penicilina” por estos tratamientos, en palabras de Jaume Bosch, presidente de la
Asociación Española para el Estudio del Hígado(AEEH). Se refiere con ello el médico a la llegada a la práctica clínica de tratamientos antivirales que, combinados de dos en dos o usando tres a la vez, pueden curar más del 90% de los casos de esta enfermedad en un periodo que va de las 12 a las 24 semanas, dependiendo de la gravedad del paciente.
El impacto puede ser enorme en la
salud pública. En España se calcula que puede haber hasta
900.000 infectados por la hepatitis C, aunque hasta un 70% no lo sepa. Esta enfermedad puede permanecer latente mucho tiempo, y luego producir cirrosis o cáncer hepático. Se le atribuyen unas 10.000 muertes al año solo en España, y es responsable de la mitad de los mil trasplantes de hígado que se hacen al año.
Se trata de una enfermedad identificada hace relativamente poco. Hasta 1992, las hepatitis C, unas infecciones que se transmiten por la sangre —tienen muchas similitudes con el VIH también en esto— se calificaban como hepatitis no A no B, que eran las que se tenían bien clasificadas. Desde entonces el avance ha sido tremendo. En poco más de 20 años se puede pensar en la curación. Se ha identificado el virus y hay una prueba, un análisis de sangre, que por unos 10 euros puede identificar a los infectados. Y este es el primer paso para la erradicación. Un segundo sería si se consiguiese una vacuna. Y precisamente este miércoles,
Nature publicó un trabajo sobre las proteínas de la cubierta de este virus que abren la puerta a una inmunización.
Un virus 'nuevo'El virus de la hepatitis C (VHC o HCV en inglés) se identificó en 1992. Hasta entonces se sabía que había una
dolencia hepática de causa desconocida que derivaba en cirrosis o cáncer hepático.Latencia. El virus puede permanecer años sin dar síntomas en el organismo. Eso no quiere decir que esté inactivo, y la persona infectada puede, por tanto, ser una fuente de transmisión.
Grupos de riesgo. La hepatitis C se transmite por la sangre. Por eso personas con VIH (un tercio está coinfectada), usuarios de drogas inyectadas, las parejas sexuales de infectados, personas que antes de 1992 se sometieran a cirugías o recibieran transfusiones se consideran grupos de riesgo.
Detección. Las personas de grupos de riesgo o que experimenten un aumento de las transaminasas deberían hacerse la prueba, dicen los médicos. Esta consiste en un análisis de sangre que puede pedirse en cualquier centro de salud.
Curación. A diferencia del VIH, con el que tiene aspectos epidemiológicos comunes, los tratamientos actuales y, sobre todo, los futuros, pueden llegar a curar la infección. Por eso la medicación se toma durante un periodo (hasta un año en este momento), pero no es para toda la vida como la del VIH. Puede haber reinfecciones. No hay vacuna.
Pero volvamos a los cócteles y su acceso. Como casi siempre, en EE UU van por delante en la disponibilidad. Ya han aprobado dos de estos fármacos, y hay un tercero pendiente. La
Agencia Europea del Medicamento(EMA) acaba de dar el visto bueno al primero de ellos, y se espera que lo haga con los otros dos en unos meses. Con ello, los afectados dispondrán de una combinación de antivirales que atacan distintas fases de su ciclo vital.
Estos cócteles tienen ventajas considerables frente al tratamiento actual, en el que se usa una combinación de fármacos más antiguos, como el interferón y la ribavirina. La primera es la tasa de curación, cuando la combinación anterior solo lo hacía en algo más de la mitad de los casos; la segunda, que sirve para todos los tipos de virus (los cuatro genotipos); la tercera, que se trata de tratamientos cortos (de 12 a 24 semanas) por vía oral, con lo que se evitan las inyecciones de interferón; y, la cuarta, que se podrán dar prescindiendo del interferón, con lo que se evitan sus devastadores efectos secundarios (irritación, depresión, insomnio, pérdida de peso, anemia), que son tan fuertes en algunos casos que los pacientes dejaban el tratamiento.
Pero no todo son ventajas.
El precio de la medicación es un inconveniente grave. En EE UU cada uno de los medicamentos cuesta unos 80.000 dólares (60.000 euros). Aunque los precios en Europa no tienen por qué ser iguales (de hecho, en España suelen ser más bajos), puede suponer gastar unos 120.000 euros por persona. O 180.000 si se tratara de una persona en peor estado para el que se decidiera dar una terapia triple en lugar de doble. Aunque todo esto no son más que suposiciones, porque el precio se negocia tras la aprobación entre el Ministerio de Sanidad y los laboratorios correspondientes.
La próxima llegada de estos medicamentos ha puesto en situación de alerta a los hepatólogos, que creen que es el momento de que se establezca una estrategia nacional contra la enfermedad. Esta debería cubrir tres aspectos clave, ha dicho José Luis Calleja, secretario de la AEEH:
el diagnóstico y la prevención, la formación de la población y los profesionales y el acceso a los fármacos.Y, este último aspecto, lleva otra vez al tema del precio. Bosch, quien también dirige el
Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber) de Enfermedades Hepáticas y Digestivas, cree que si se financian los antivirales para el VIH (unos 4.000 euros al año por persona y año si se trata de un tratamiento de primera generación, y hay casi 100.000 personas tomando medicación), no debería haber problema para hacerlo con estos fármacos, aunque fuera estableciendo pautas de acceso: no empezar dándoselo a todos los afectados, sino a grupos de riesgo (coinfectados por VIH, trasplantados, personas con enfermedad hepática avanzada o con insuficiencia renal).
Calleja, en cualquier caso, cree que en este caso la aprobación, “vistos los beneficios”, no debería retrasarse. De hecho, pone como ejemplo, en Alemania y Francia han tardado menos de un mes en aprobar el primero de ellos, que la Agencia Europea del Medicamento validó el 24 de enero.