28 de abril de 2012

Valencia. El primer bibliocafé (barrio Ruzafa)



El aroma de las letras


Huele a papel de todas las edades y gramajes y huele a semillas tostadas y molidas. Ante todo es una librería, pero también es una cafetería. La barra delata lo híbrido del negocio. Son letras, arte, música, fotografía, talleres, y también café, cerveza, vinos sicilianos de compañía y tartas caseras de zanahoria. La confusión es evidente: El Ayuntamiento de Valencia no sabía qué licencia conceder al que se convirtiera en 2008 en el primer bibliocafé de la ciudad.
Fue un 2 de diciembre de aquel año, en el barrio de Ruzafa, cruce de culturas. Tres italianos recién llegados a la urbe y hospedados en modestas habitaciones cedidas por amigos lugareños hacían realidad su sueño, abrían las puertas de su propio negocio. "Una librería", asegura Lorenzo Donvito, aunque su socio y compadre Pieromaria Zavarese se encarga de matizar que muchos clientes acuden para encontrar tranquilidad en el estudio vespertino, en busca de la charla con la cerveza de antes de cenar y la copa de la noche.
Ubik es un bibliocafé, uno de los cientos que actualmente hay repartidos por la geografía española. Un contenedor cultural que ofrece libros nuevos y de segunda mano, la mayor parte en formato bolsillo y a unos precios asequibles. Las preferencias de los dueños pasan por autores estadounidenses e italianos poco conocidos, aunque siempre hay sitio para los clásicos y las nuevas manifestaciones literarias.
Es la fórmula para sobrevivir a la crisis. La música ambiente acompaña cualquier actividad en Ubik Café, desde exposiciones pictóricas o fotográficas a talleres artesanales, presentaciones de libros o conciertos en la matinal de los domingos. Jazz, funky, reggae y música étnica en abierto, para celebrar "una gran fiesta en el barrio". Es una forma de unir culturas y derribar las barreras generacionales, si lo prefieren.
Todo brotó de la más absoluta bohemia, de la ilusión y el trabajo de Lorenzo, Riccardo y Piero. Un gran tablón de madera desechado en la calle sirvió de barra, mientras que las sillas y mesas las encontraron igualmente en la basura. Palets para los sillones y tapones de corcho del vino para servilleteros y demás accesorios. Las lámparas, con libros viejos, y la decoración con azulejos típicos valencianos de los que dejan al descubierto el esqueleto de edificios derribados. Con el tiempo, lo que se construyó con la paleta de la necesidad ha pasado a exhibirse como una decoración "bastante cool".
En tiempos de revolución tecnológica y libros digitales, los bibliocafés han venido a echar un capote al libro tradicional, a las letras impresas. Con zona wi-fi en abierto, un ambiente tranquilo y agradable y la posibilidad de avituallamiento, la literatura se combina con otras nobles artes en un clima de fusión intelectual, de encuentro social.

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