El hombre orquesta de Valadares en tierras portuguesas y gallegas
César Freiría encandila a gallegos y lusos tocando a la vez hasta siete instrumentos.
Miles de personas han disfrutado ya de esta habilidad del vigués César Freiría Prado. Conocido artísticamente como «Cé orquestra pantasma», este joven es uno de los últimos hombres orquesta que quedan en la Península.
Se podría decir que, en su caso, con lo que llegó al mundo fue con una gaita debajo del brazo, ya que es descendiente de la «saga dos Ciprián», bien conocida en la parroquia de Valadares por su vinculación a la música. Antes de los diez años, tocaba la gaita. Dos décadas después, no solo no ha abandonado la gaita, sino que la compagina con hasta otros siete instrumentos a la vez en cada espectáculo; toca más de una veintena y así se gana la vida.
Entre sus armas, la versatilidad, ya que no solo dispone de estéticas distintas según la ocasión sino de un amplio y variado repertorio según el evento en cuestión. Verlo en acción es un espectáculo por sí solo. Toca a la vez con la boca, las manos, los pies, la cabeza y además canta. Viaja con su orquesta a cuestas.
Esta nueva etapa en una trayectoria que le llevó a formar parte de rondallas y grupos como A Roda, Oxtiax ke te pariu, Os Cipriáns o Os Cipriáns e mailo can, una charanga folk en homenaje a la saga que inició su bisabuelo, también gaitero.
Incluso se ha permitido un receso en su profesión como profesor de música, aunque no ha abandonado tampoco de todo la actividad docente.
Verlo en acción es todo un derroche de virtuosismo, habilidad y sentido del ritmo. Se transforma sobre el escenario o en la calle, entremezclado con el público. Y se reiventa a cada paso con nuevos instrumentos, aparatos para poder utilizarlos a la vez y repertorios según la ocasión.
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