La Fundación Odontología Solidaria presta asistencia en España y otros países a personas en situaciones de discapacidad, marginación o exclusión social que pagan una cantidad simbólica por tratamientos que de otra forma no podrían costearse
Las afecciones bucodentales no entienden de crisis ni de clases sociales. La actual crisis económica también se plasma en el aumento de la lista de espera de la Fundación Odontología Solidaria. Prestan asistencia a personas en situaciones de discapacidad, marginación o exclusión social que pagan una cantidad simbólica por tratamientos que de otra forma no podrían costearse.
La crisis se refleja en la reducción de recursos, el aumento de la lista de espera y el cambio de perfil de las personas que acuden a la clínica. Conversamos con pacientes y profesionales de esta Fundación.
Luisa Belaid, vecina del valenciano barrio de Mislata, tiene 56 años, cobra 436 euros del subsidio de los que ha de emplear cada mes 200 en alquiler y 30 en medicamentos. Obviamente ir al dentista es un lujo para ella. Su boca, debido entre otras cosas a numerosas infecciones, era una más de la ristra de dificultades con las que enfrentarse cada día. Ahora, confía en poder tacharla de su lista: en la Clínica Dental Solidaria de Valencia le colocarán una prótesis completa.
“Yo siempre andaba con la boca muy mal pero económicamente no me la podía arreglar y mi médico de cabecera de dijo que por qué no averiguaba algo a través de servicios sociales. Cogí cita con la trabajadora social, me pidió una serie de papeles y aquí estoy. Con lo poco que cobro y todo lo que tengo que pagar… hasta he vendido una cadena de oro. Pero bueno, ahí está”, cuenta Luisa antes de empezar la consulta.
Ella es uno de los más de 30 pacientes que han acudido hoy al centro. Un número que coincide con la media de personas que la Clínica trata en sus diferentes zonas repartidas por el territorio español.
Más de 30 personas atendidas diariamente y cientos en la lista de espera. Una lista que se ha incrementado de forma notable desde hace un par de años. A día de hoy, la lista de espera en Valencia es de unos dos meses pero, por ejemplo, en Barcelona es de dos años. Con la crisis, cada vez son más personas las que se ven abocadas recurrir a la solidaridad de dentistas que de forma gratuita o por una pequeña cuantía les atienden.
Las dificultades económicas no solo se plasman en el aumento de personas que solicitan estos servicios, sino también en el perfil de los pacientes. Cáritas habla de “los nuevos pobres”: españoles (la mitad de los que les piden ayuda), menores de 40 años, que tenían una vida desahogada y que en los últimos tres años han tenido que pedir comida, ropa o alojamiento.
“Nuestros pacientes son personas que están en emergencia social. Pero cada vez más vemos “familias normalizadas, gente que antes sí podía ir al dentista pero que ahora no puede asumir esos costes”, comenta, Mayte Durá trabajadora en la sede de Valencia.
Mayte es una de las tres personas contratadas (a media jornada) que trabajan en la sede valenciana. Relata cómo ellos no sólo están notando la crisis en el aumento de pacientes sino también en la disminución de presupuesto con el que cuentan. “Ya no nos dan las subvenciones de antes, nos han recortado un 50 por ciento. Además hay ayuntamientos que antes daban ayudas a pacientes y ahora se lo han de pagar ellos. Como Luisa Belaid, viene de Mislata, un consistorio que ha eliminado esas ayudas. Ella se tendrá que pagar los 300 euros que le costará la prótesis completa. Por eso, cualquier donativo que se realice en nuestra cuenta (Banco Sabadell: 0081 7011 10 0001703780) es más importante que nunca”, recalca Durá.
Son los servicios sociales de las distintas administraciones los que se encargan de remitirlos. Así es como acreditan su situación financiera para evitar fraudes e intentan garantizar que vayan personas que realmente no pueden acudir a una clínica convencional. “Tienen que ir a servicios sociales y pedir cita con la trabajadora social que es la que debe decidir sí tienen nuestro perfil o no por medio de un informe. También pedimos un informe del médico de cabecera porque aquí sólo hacemos los tratamientos básicos para que puedan comer. Realizamos lo que la Seguridad Social no cubre, extracciones no hacemos. Hacemos lo básico: limpiezas de boca, empastes… No hacemos fundas,implantes y las prótesis que hacemos son removibles”, argumenta Mayte Durá.
Este centro sanitario fue creado en el año 1999 por iniciativa de la ONG Fundación Odontología Solidaria en colaboración con Cáritas Diocesana de Valencia y la congregación Esclavas de María, que cedió el piso en que se encuentran las instalaciones. El personal y los medios necesarios para la clínica son proporcionados por la Fundación, además de algunos particulares y profesionales que colaboran con donativos, materiales y equipamiento. Economizan al máximo los recursos para poder dar servicio al mayor número de pacientes.
Pacientes como Jesús García, 44 años, a quien le han colocado una prótesis completa. “Ahora hay que aprender a comer”, comenta entre risas. “Yo vengo de Proyecto Hombre y estaba casi sin dientes, he venido para que me ayuden. Ahora, hasta que me acostumbre, comer se me da mal pero merece la pena. Como estoy sin trabajo si no fuera por ellos… Terminé con Proyecto Hombre el día 1 de este mes y estoy buscando trabajo de conductor de camión porque la construcción, que es en lo que antes trabajaba, está peor”. Separado, con dos niños que “ están muy contentos de verme con la dentadura pero sobre todo por lo otro, por haber acabado con los problemas que he tenido”, explica con una tranquila sonrisa.
Luís Gómez, 47 años, también está acostumbrándose a comer: “La asistenta social de Barona (barrio valenciano) fue la que me envío. Yo salí de Picassent (prisión valenciana), no tenía trabajo, no tenía un duro y no podía comer. Durante un año me han estado sacando los dientes y ahora me los están poniendo. Con 426 euros del paro ya me dirás tú a mí. Yo trabajaba de albañil pero llevo tres años y medio parado, desde que salí de Picassent, donde estuve dos años. Estoy moviéndome pero no hay nada, ya paso de buscar. Me quedan 4 meses de paro. Luego juego con la renta garantizada si me la aprueban, sino pues a coger chatarra o lo que venga porque de hambre no me voy a morir, eso lo tengo claro. Tengo 3 hijos pero ellos ya están criados.”
La Fundación, que también está llevando a cabo proyectos en Sierra Leona y Camerún, no sería posible sin los voluntarios. Algunos de esos profesionales compaginan su trabajo en clínicas privadas con esta labor social. Otros, son jóvenes recién licenciados que defienden la salud dental como un derecho. Una de esas jóvenes es Marta Fernández quien, con la carrera recién terminada, trabaja como voluntaria dos días a la semana. “Me gusta mucho venir. Cuando me llaman de alguna entrevista les digo que puedo todos los días menos los dos que vengo aquí. Marisa, una compañera de clase empezó a venir y nos dijo que hacían falta más voluntarios. Y me vine un día. Me enganchó”, explica con una alegría contagiosa. “Con los pacientes hay de todo, pero en general lo agradecen mucho. Hay una chica, Laura, que está viniendo ahora, es jovencita, tiene dos hijos y se ve que no lo está pasando muy bien pero ella viene contenta, súper motivada, te da las gracias. Tú también se las das a ellos”, asegura Marta. Ella, como el resto de profesionales de la clínica, reivindican el derecho a la sonrisa independientemente de las clases sociales. En definitiva, que la salud bucodental deje de ser un lujo al alcance de cada vez menos bolsillos.http://periodismohumano.com/economia/la-clinica-de-sonrisas-solidarias.html
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