Libre el grupo Delorean tras ser víctima de un ‘secuestro virtual’ en México
J. DUVA / J. D. QUESADA Madrid / México DF El Pais9 OCT 2013 -
La policia federal vigila el hotel donde los componentes de la banda sufrieron la extorsión. /SAÚL RUIZ
Tres agentes de la sección de Secuestros y Extorsiones de la Comisaría General de Policía Judicial viajaron de Madrid a Oiartzun (Gipuzkoa) para colaborar con la Ertzaintza (policía autónoma vasca), que montó un gabinete de crisis en ese municipio.
El grupo durante su actuación en México la noche del sábado. / TRES ROLAS
Según la familia, tres de los músicos habían estado el domingo haciendo turismo antes de volar a San Francisco (Estados Unidos), donde tenían previsto un concierto. Sin embargo, no fue así. Antes de llegar a sus habitaciones, Guillermo Astrain recibió una llamada de un supuesto miembro de la banda criminal de los Zetas, avisándole de que se iba a producir un tiroteo en el hotel y le aconsejó que se fuera con otro compañero a otro hotel próximo.
A los otros dos, sin darles tiempo a reaccionar, les pidieron que se fueran a otro hotel distinto, que sacaran dinero en efectivo, que comprasen varios teléfonos móviles y los recargasen para estar conectados entre ellos. También les instaron a destruir sus teléfonos españoles para evitar contacto con el exterior.
Desde ese momento, los componentes de Delorean empezaron a ser acribillados a llamadas de los secuestradores, realizándoles preguntas de tipo personal. “Caminen por la acera de la derecha. Si no obedecen, serán baleados”, les amenazaron. Creyeron que estaban secuestrados, y vigilados por los temibles y sanguinarios Zetas. Estaban aterrados.
Sin embargo, Ekhi, Igor, Unai y Guillermo jamás llegaron a ver en ningún momento a nadie en actitud amenazante, ni nadie les encañonó, según el Cuerpo Nacional de Policía. Pero los secuestradores hacían gala de una violencia verbal extrema por teléfono y daban la sensación de que tenían a las víctimas bajo su absoluto control. Les hicieron irse a habitaciones separadas y les convencieron de que estaban secuestrados y en peligro de muerte. Mientras, sus familias en el País Vasco, aterrorizadas, oían sus voces angustiadas mediante conversaciones telefónicas a tres bandas con los secuestradores.
La Ertzaintza y el Cuerpo Nacional de Policía analizaron la información y pudieron localizar y liberar a los integrantes del grupo musical, sanos y salvos en dos habitaciones de un hotel de la Ciudad de México. “Inicialmente temimos que el secuestro fuera mucho más complicado y más duro”, declaró a EL PAÍS el director de la Ertzaintza, Gervasio Gabirondo. Según él, estos secuestros son factibles por el miedo que los chantajistas infunden a la víctima.
Samuel González, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y experto en seguridad pública, explica que este tipo de delitos es muy frecuente: “Es una modalidad de extorsión. Llaman a las víctimas y les dicen que si no se aíslan en un hotel, por ejemplo, las van a dañar. Les piden que apaguen su celular y después llaman a sus familias diciéndoles que está secuestrado. Es un engaño, pero funciona. La gente prefiere no arriesgarse y deposita el dinero”, cuenta González. ¿Cómo puede caer alguien en un engaño así? “Si te llaman en otro país, te parece una broma de mal gusto, pero en México ya es otra cosa. Aquí ocurren secuestros a diario. Hay complicidad entre policías y secuestradores. Todo eso crea una psicosis que abona este tipo de llamadas”.
Delorean ha interrumpido su gira mundial y volverá a España en las próximas horas. El grupo, que acaba de publicar el disco Apar, emergió como banda en 2000, cuando sus miembros eran apenas unos adolescentes.
La policia federal vigila el hotel donde los componentes de la banda sufrieron la extorsión. /SAÚL RUIZ
El grupo durante su actuación en México la noche del sábado. / TRES ROLAS
Según la familia, tres de los músicos habían estado el domingo haciendo turismo antes de volar a San Francisco (Estados Unidos), donde tenían previsto un concierto. Sin embargo, no fue así. Antes de llegar a sus habitaciones, Guillermo Astrain recibió una llamada de un supuesto miembro de la banda criminal de los Zetas, avisándole de que se iba a producir un tiroteo en el hotel y le aconsejó que se fuera con otro compañero a otro hotel próximo.
A los otros dos, sin darles tiempo a reaccionar, les pidieron que se fueran a otro hotel distinto, que sacaran dinero en efectivo, que comprasen varios teléfonos móviles y los recargasen para estar conectados entre ellos. También les instaron a destruir sus teléfonos españoles para evitar contacto con el exterior.
Desde ese momento, los componentes de Delorean empezaron a ser acribillados a llamadas de los secuestradores, realizándoles preguntas de tipo personal. “Caminen por la acera de la derecha. Si no obedecen, serán baleados”, les amenazaron. Creyeron que estaban secuestrados, y vigilados por los temibles y sanguinarios Zetas. Estaban aterrados.
Sin embargo, Ekhi, Igor, Unai y Guillermo jamás llegaron a ver en ningún momento a nadie en actitud amenazante, ni nadie les encañonó, según el Cuerpo Nacional de Policía. Pero los secuestradores hacían gala de una violencia verbal extrema por teléfono y daban la sensación de que tenían a las víctimas bajo su absoluto control. Les hicieron irse a habitaciones separadas y les convencieron de que estaban secuestrados y en peligro de muerte. Mientras, sus familias en el País Vasco, aterrorizadas, oían sus voces angustiadas mediante conversaciones telefónicas a tres bandas con los secuestradores.
La Ertzaintza y el Cuerpo Nacional de Policía analizaron la información y pudieron localizar y liberar a los integrantes del grupo musical, sanos y salvos en dos habitaciones de un hotel de la Ciudad de México. “Inicialmente temimos que el secuestro fuera mucho más complicado y más duro”, declaró a EL PAÍS el director de la Ertzaintza, Gervasio Gabirondo. Según él, estos secuestros son factibles por el miedo que los chantajistas infunden a la víctima.
Samuel González, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y experto en seguridad pública, explica que este tipo de delitos es muy frecuente: “Es una modalidad de extorsión. Llaman a las víctimas y les dicen que si no se aíslan en un hotel, por ejemplo, las van a dañar. Les piden que apaguen su celular y después llaman a sus familias diciéndoles que está secuestrado. Es un engaño, pero funciona. La gente prefiere no arriesgarse y deposita el dinero”, cuenta González. ¿Cómo puede caer alguien en un engaño así? “Si te llaman en otro país, te parece una broma de mal gusto, pero en México ya es otra cosa. Aquí ocurren secuestros a diario. Hay complicidad entre policías y secuestradores. Todo eso crea una psicosis que abona este tipo de llamadas”.
Delorean ha interrumpido su gira mundial y volverá a España en las próximas horas. El grupo, que acaba de publicar el disco Apar, emergió como banda en 2000, cuando sus miembros eran apenas unos adolescentes.
Según la familia, tres de los músicos habían estado el domingo haciendo turismo antes de volar a San Francisco (Estados Unidos), donde tenían previsto un concierto. Sin embargo, no fue así. Antes de llegar a sus habitaciones, Guillermo Astrain recibió una llamada de un supuesto miembro de la banda criminal de los Zetas, avisándole de que se iba a producir un tiroteo en el hotel y le aconsejó que se fuera con otro compañero a otro hotel próximo.
A los otros dos, sin darles tiempo a reaccionar, les pidieron que se fueran a otro hotel distinto, que sacaran dinero en efectivo, que comprasen varios teléfonos móviles y los recargasen para estar conectados entre ellos. También les instaron a destruir sus teléfonos españoles para evitar contacto con el exterior.
Desde ese momento, los componentes de Delorean empezaron a ser acribillados a llamadas de los secuestradores, realizándoles preguntas de tipo personal. “Caminen por la acera de la derecha. Si no obedecen, serán baleados”, les amenazaron. Creyeron que estaban secuestrados, y vigilados por los temibles y sanguinarios Zetas. Estaban aterrados.
Sin embargo, Ekhi, Igor, Unai y Guillermo jamás llegaron a ver en ningún momento a nadie en actitud amenazante, ni nadie les encañonó, según el Cuerpo Nacional de Policía. Pero los secuestradores hacían gala de una violencia verbal extrema por teléfono y daban la sensación de que tenían a las víctimas bajo su absoluto control. Les hicieron irse a habitaciones separadas y les convencieron de que estaban secuestrados y en peligro de muerte. Mientras, sus familias en el País Vasco, aterrorizadas, oían sus voces angustiadas mediante conversaciones telefónicas a tres bandas con los secuestradores.
La Ertzaintza y el Cuerpo Nacional de Policía analizaron la información y pudieron localizar y liberar a los integrantes del grupo musical, sanos y salvos en dos habitaciones de un hotel de la Ciudad de México. “Inicialmente temimos que el secuestro fuera mucho más complicado y más duro”, declaró a EL PAÍS el director de la Ertzaintza, Gervasio Gabirondo. Según él, estos secuestros son factibles por el miedo que los chantajistas infunden a la víctima.
Samuel González, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y experto en seguridad pública, explica que este tipo de delitos es muy frecuente: “Es una modalidad de extorsión. Llaman a las víctimas y les dicen que si no se aíslan en un hotel, por ejemplo, las van a dañar. Les piden que apaguen su celular y después llaman a sus familias diciéndoles que está secuestrado. Es un engaño, pero funciona. La gente prefiere no arriesgarse y deposita el dinero”, cuenta González. ¿Cómo puede caer alguien en un engaño así? “Si te llaman en otro país, te parece una broma de mal gusto, pero en México ya es otra cosa. Aquí ocurren secuestros a diario. Hay complicidad entre policías y secuestradores. Todo eso crea una psicosis que abona este tipo de llamadas”.
Delorean ha interrumpido su gira mundial y volverá a España en las próximas horas. El grupo, que acaba de publicar el disco Apar, emergió como banda en 2000, cuando sus miembros eran apenas unos adolescentes.
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