La soprano Violeta Urmana ha dado carácter épico a "Medea", la protagonista de la ópera de Luigi Cherubini que es capaz de matar a sus propios hijos por el despecho de verse repudiada por su marido, Jasón el argonauta.
La cantante lituana se metió al público de Valencia en el bolsillo con este personaje, que durante las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX encumbró a la mítica diva greco-nortemericana María Callas.
En la segunda ópera de la quinta edición del Festival del Mediterrani que organiza el Palau de les Arts de Valencia, Zubin Mehta superó con holgura el reto de enfrentarse por primera vez en su dilatada carrera como director musical a esta ópera, basada en las tragedias homónimas de Eurípides y Corneille.
El maestro hindú dio vitalidad y tintes heroicos a una partitura que combina con gran habilidad los recitativos dramatizados y hermosas armonías que van configurando la acción, marcada por una explosiva combinación de ambición, amor, orgullo, odio, traición y venganza.
La Orquesta de la Comunitat Valenciana tuvo momentos brillantes, aunque en alguna ocasión Zubin Mehta, que recibió aplausos menos efusivos que con "El Trovador", les pidió una mayor vitalidad.
Violeta Urmana desplegó sus dotes dramáticas para reflejar la personalidad de Medea, que queda resumida en el diálogo final cuando Jasón, que la ha repudiado para casarse con la hija de Creonte, rey de Corinto, le pregunta la razón por la que ha dado muerte a los dos hijos de ambos, y ella contesta: "eran hijos tuyos".
Dejaron constancia de la acreditada escuela rusa tanto el tenor Serguéi Skorojodov (un Jasón resolutivo y de dicción elegante), como el bajo Dimitri Beloselki (un Creonte con poderío en los registros graves).
Muy destacada fue la interpretación que de la criada Neris hizo la mezzosoprano madrileña María José Montiel, que logró una conmovedora aria "Medea, oh Medea" en el segundo acto, resaltada con el bellísimo acompañamiento del fagot.
La soprano valenciana Ofelia Sala cumplió en el papel de Glauce, la mujer por la que Jasón deja a Meda, mientras que el bajo Leonard Bernad dejó buenas sensaciones en el breve papel de jefe de la guardia.
Como director de escena y responsable de la escenografía, Gerardo Vera sacó rendimiento a unos módulos que han servido para las dos óperas de este festival, ya que la crisis obliga a realizar economías de escala.
En este caso las gradas se convirtieron en un ágora el palacio de Creonte (el rey de Corinto), lo que facilitó la deambulación de los personajes y el coro. En el segundo acto se hizo evidente la hegemonía del rojo para crear la atmósfera de venganza que estaba tramando Medea.
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